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Iniciativas medioambientales en la construcción vial.

Cuando hablamos de sostenibilidad, solemos pensar en energías renovables, reciclaje o consumo responsable, pero hay un sector del que se habla menos y que tiene un impacto enorme sobre el medio ambiente: la construcción vial. Todo lo que pisamos a diario influye más de lo que parece: las carreteras, las calles, los accesos, los caminos rurales, etc. Y es que, asfaltar no es tan inocente como podríamos creer.

Por eso, muchas empresas y administraciones están cambiando el chip y apostando por nuevas formas de construir que sean más respetuosas con el planeta.

¿Quieres saber más? Aquí te cuento cómo está avanzando este sector, qué se está haciendo ya para reducir el daño medioambiental, y qué soluciones reales existen para seguir avanzando sin destruir por el camino.

¿Por qué es necesario cambiar la forma de construir carreteras?

Empecemos por lo básico: asfaltar de forma tradicional requiere calentar mezclas bituminosas a temperaturas altísimas, normalmente entre 170 °C y 190 °C, lo cual significa un consumo energético brutal y emisiones constantes de gases contaminantes, incluyendo partículas nocivas para la salud de los trabajadores y los vecinos de la zona.

A eso se suma el transporte de materiales, la extracción de áridos, el uso de maquinaria pesada y la generación de residuos, porque la mayoría de las veces, el material retirado no se recicla adecuadamente y acaba en vertederos. Y si ya hablamos de zonas naturales, el impacto visual y ecológico puede ser desastroso.

Por todo esto y mucho más es urgente replantearse cómo se hacen las cosas y cambiar todo esto a mejor.

Asfalto en frío, una de las alternativas más ecológicas.

Una de las grandes soluciones que ha ido ganando terreno en los últimos años es el asfalto en frío, una mezcla que se puede aplicar sin necesidad de calentarla previamente. Se utiliza sobre todo en reparaciones rápidas de baches, zanjas o caminos, y permite actuar de forma casi inmediata sin dañar el entorno.

¿Las ventajas? Son muchas:

  • No emite humos ni gases tóxicos, porque no necesita altas temperaturas.
  • Ahorra energía, ya que no requiere calderas ni maquinaria de calentamiento.
  • Es reutilizable si se conserva correctamente.
  • Se puede aplicar en cualquier momento del año, incluso con frío o lluvia ligera.
  • Reduce los riesgos laborales, al eliminar el contacto con materiales calientes.

Así es, y esto no es todo: Aglomerados GB destaca, además, que esta es muy buena opción para hacer obras municipales para comunidades de vecinos o particulares sin necesidad de recurrir a grandes maquinarias o arreglar un acceso o aparcamiento, a través del uso de cubos de asfalto en frío: se vierte, se compacta y ya está listo para rodar.

Reciclaje de asfalto.

Otra iniciativa a tener en cuenta en sostenibilidad es el reciclaje del asfalto ya existente. Cuando se repara una carretera, se puede triturar el material antiguo y reutilizarlo en nuevas mezclas, reduciendo así el uso de materias primas y el volumen de residuos.

Existen dos formas principales de reciclar el asfalto:

  • En caliente:

El material se calienta, se mezcla con betunes rejuvenecedores y se reutiliza. Es eficaz, pero consume energía.

  • En frío.

Se mezcla el asfalto recuperado con emulsiones bituminosas especiales, sin necesidad de calentar. Esta técnica logra grandes ahorros energéticos y una menor huella de carbono, por lo cual, la destacamos como la mejor.

Caminos más verdes a través de drenantes y permeables.

Otro de los problemas habituales en las ciudades es que el agua de lluvia no se filtra correctamente: acaba en las alcantarillas, genera inundaciones y arrastra contaminantes. Para evitar esto, han surgido soluciones como los pavimentos drenantes y permeables, que se encargan de que el agua se filtre hacia el suelo de forma natural.

Dichos pavimentos pueden estar hechos con materiales reciclados, como vidrio triturado o caucho, y ayudan a reducir el calor urbano, mejorar el ciclo del agua y cuidar los espacios verdes. Aunque no son aplicables en todos los entornos, son una buenísima opción para caminos peatonales, plazas, carriles bici y zonas de recreo.

Menos disolventes, más impacto.

El uso de emulsiones bituminosas ha ido sustituyendo poco a poco a los disolventes tradicionales, que eran muy contaminantes. Estas emulsiones se componen de agua y betún, y con ellos se pueden aplicar capas de adherencia o sellado sin liberar compuestos orgánicos volátiles peligrosos.

Hoy en día, muchas de estas emulsiones se han perfeccionado para aumentar su resistencia y adaptabilidad, y por eso, son importantes para realizar trabajos de mantenimiento con poco impacto. Asimismo, se usan en técnicas como el riego de imprimación, el tratamiento superficial o el reciclado in situ.

Maquinaria eléctrica y bajo consumo: menos ruido, más utilidad.

Otro paso importante en el camino hacia una construcción vial sostenible es renovar la maquinaria.

Las apisonadoras, fresadoras o camiones asfálticos hacen mucho ruido, consumen mucho combustible y emiten gases contaminantes: por eso, algunas constructoras están invirtiendo en vehículos eléctricos o híbridos, o en máquinas con sistemas de bajo consumo.

Además, ya existen herramientas que se encargan de medir con precisión la temperatura, densidad y compactación del firme, lo cual reduce errores, evita rehacer trabajos y ahorra material. Al fin y al cabo, una obra más eficiente es, también, una obra más ecológica que cuida del planeta.

El secreto para evitar el derroche.

El secreto definitivo para ser sostenibles en este sector es algo tan simple como mantener bien lo que ya tenemos. Si dejamos que una carretera se deteriore demasiado, su reparación será mucho más cara en todos los sentidos (económica y medioambientalmente). Por eso, muchas administraciones están implementando planes de mantenimiento preventivo, en los cuales se actúa rápido cuando aparecen los primeros signos de desgaste: grietas, baches, pérdidas de adherencia, etc.

Formación y concienciación del personal técnico.

Si lo pensamos, tiene sentido: no puede servir de mucho tener buenas herramientas, si aquellas personas que las usan no están bien formadas, y precisamente por eso, otro aspecto importante a tener en cuenta en esta lista de iniciativas medioambientales es la formación en sostenibilidad del personal técnico y de obra. Aprender a elegir el producto más adecuado, reducir el desperdicio, cuidar el entorno donde se trabaja, minimizar el ruido o evitar derrames de aceites es crucial para que todo salga bien.

Por eso, cada vez son más las empresas que están formando a sus equipos en buenas prácticas ambientales, e incluso incorporando perfiles técnicos especializados en medio ambiente dentro de los equipos de obra.

Leyes y certificaciones.

Los cambios no vienen solo por conciencia ecológica; también hay una presión cada vez mayor desde las leyes y normativas. Sin ir más lejos, La UE ya exige que las infraestructuras públicas tengan en cuenta criterios de sostenibilidad en todo su ciclo de vida, así que la cosa afortunadamente parece que va en serio.

Además, existen certificaciones como ISO 14001 (gestión ambiental) o sellos de construcción sostenible que premian las buenas prácticas, y esto a las empresas les interesa bastante: al fin y al cabo, estos certificados son una forma de demostrar el compromiso real de la empresa y abrir la puerta a más licitaciones y proyectos públicos.

¿Y qué pasa con los materiales?

Más allá del asfalto, también es importante hablar de los materiales auxiliares: bordillos, bases, etc. En este caso, encontramos que en muchos casos se pueden sustituir los materiales vírgenes por opciones recicladas o más locales, reduciendo así el impacto del transporte y la huella de carbono.

Por ejemplo, el uso de zahorras recicladas, áridos artificiales o restos de construcción para estabilizar caminos es cada vez más habitual. También se han empezado a usar materiales de origen vegetal, como fibras de coco o celulosa, en algunas mezclas bituminosas.

Ejemplos reales que ya están funcionando.

Hay muchísimos ejemplos de iniciativas que ya están en marcha:

  • Se ha reciclado el firme de varias carreteras usando emulsión en frío y maquinaria especializada.
  • En algunos municipios han usado pavimentos drenantes en los accesos a parques naturales.
  • En Madrid, se está probando el uso de plásticos reciclados en mezclas bituminosas para mejorar la elasticidad del firme.
  • En Andalucía, el uso de asfalto en frío ha permitido reparar baches en zonas rurales sin maquinaria pesada ni cortes de tráfico importantes.

¿Y qué podemos hacer nosotros como ciudadanos?

No todo depende de las grandes constructoras o los ayuntamientos. Como ciudadanos también podemos contribuir:

  • Exigiendo que nuestras calles y caminos se mantengan de forma responsable.
  • Preguntando qué productos se van a usar cuando se hacen reparaciones en nuestra comunidad.
  • Apoyando empresas que trabajan con criterios sostenibles.
  • Valorando las soluciones reutilizables frente a las rápidas y contaminantes.

Al final, todos usamos las carreteras, y la construcción vial no tiene por qué ser enemiga del medio ambiente. Existen materiales más limpios, técnicas más útiles, formas de reciclar lo que ya existe y soluciones que nos dejan actuar rápido sin tener que contaminar. Ahora que ya las conoces, tú también puedes ser parte del cambio, así que no lo olvides: todos podemos poner nuestro granito de arena, y todo lo que hagamos, cuenta.

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