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¿Realmente funcionan los dentífricos blanqueadores?

Cuando ves las pastas dentales, están llenas de promesas de curarte las caries y ponértelos súper blancos, y uno termina creyendo que si cambias de pasta puede conseguir una sonrisa más blanca.

Pero si te has preguntado alguna vez si eso es verdad o si solo es marketing, vas a descubrirlo.

 

Lo que realmente hace una pasta blanqueadora

Elimina manchas superficiales que se acumulan con el tiempo. Estas manchas aparecen por cosas que todos hacemos a diario: tomar café, té, vino tinto o fumar. Los pigmentos de esos productos se adhieren al esmalte, y ahí entran las pastas blanqueadoras.

Estas fórmulas incluyen dos tipos de ingredientes principales:

  • Abrasivos suaves, como la sílice o el carbonato de calcio, que eliminan físicamente las manchas al cepillar.
  • Agentes químicos, como el peróxido de hidrógeno en dosis muy bajas o enzimas que ayudan a disolver residuos.

Hace una limpieza más profunda de la superficie del diente, y eso puede dar la sensación de un color más claro. Pero esa “blancura” viene de que el esmalte está más limpio, no de que haya cambiado su tono interno.

 

Lo que no pueden hacer

Si tus dientes son naturalmente amarillos, ninguna pasta, por cara que sea, podrá cambiarlo. El esmalte dental es translúcido, y el color que vemos proviene de la dentina, una capa más interna. Como las pastas solo actúan en la superficie, su poder es limitado.

La Clínica Sanchez Arranz, expertos en el sector, nos confirman que tampoco pueden eliminar manchas profundas, como las que se forman por envejecimiento, golpes o ciertos medicamentos. Para eso se necesita un tratamiento profesional.

Además, el efecto de las pastas blanqueadoras es temporal. Con el tiempo, las manchas vuelven aparecen si no cambias tus hábitos o si sigues consumiendo alimentos que pigmentan.

Por eso, la clave no está en usar una sola pasta “milagrosa”, sino en mantener una rutina de higiene constante y, cuando sea necesario, complementar con un tratamiento en clínica.

 

Cómo saber si una pasta puede ser demasiado abrasiva

Existe una medida llamada índice RDA (Relative Dentin Abrasivity) que indica cuán abrasiva es una pasta. Un valor bajo (menor a 100) significa que es suave. Entre 100 y 150 es moderada. Más de 150 ya puede ser riesgoso si se usa todos los días.

La mayoría de las personas no mira ese dato, o ni siquiera sabe que existe. Y muchas pastas que dicen ser “blanqueadoras” usan abrasivos más duros para conseguir resultados rápidos, lo que termina siendo contraproducente.

Si notas que tus dientes se sienten más sensibles al frío, o que tus encías están irritadas, es posible que la pasta esté siendo demasiado fuerte para ti. En ese caso, cámbiala y consulta con un odontólogo antes de insistir.

 

Mitos que sigues creyendo que son verdad

-Creer que una pasta blanqueadora puede igualar los resultados de un blanqueamiento clínico. Los tratamientos profesionales utilizan concentraciones más altas de peróxidos, controladas por un dentista, y pueden aclarar varios tonos del diente. Las pastas comerciales no tienen esa capacidad porque, si la tuvieran, dañarían el esmalte.

Remedios caseros. Seguro has escuchado que el bicarbonato con limón deja los dientes blancos. El problema es que el ácido del limón y la acción abrasiva del bicarbonato erosionan el esmalte, haciéndolo más delgado. Al principio parece que funciona porque los dientes se ven más brillantes, pero con el tiempo se vuelven más amarillos y sensibles.

Cuanto más uses la pasta, más blancos se pondrán tus dientes. Esto es mentira. Si la usas en exceso, desgastas el esmalte. Y si se gasta, la dentina amarilla de debajo se ve más, lo que produce el efecto contrario.

 

Qué deberías buscar en una buena pasta blanqueadora

Primero, revisa que tenga flúor, es clave para reforzar el esmalte y prevenir las caries. A veces la gente se enfoca tanto en el “blanqueamiento” que se olvida de la protección básica.

Segundo, busca que su nivel de abrasividad sea bajo o moderado, especialmente si la vas a usar todos los días. Si la información no está en el empaque, puedes consultarlo en la web del fabricante o preguntarle a tu dentista.

Y tercero, fíjate en el respaldo clínico. No todas las marcas invierten en estudios serios. Si ves que el producto cuenta con aval de asociaciones odontológicas o resultados comprobados, mejor.

Por ejemplo, la marca Oral-B desarrolló una línea de dentífricos que combinan partículas pulidoras con flúor, enfocándose en eliminar manchas sin dañar el esmalte. No es una recomendación ni publicidad, solo un ejemplo de cómo algunas empresas intentan equilibrar la limpieza con el cuidado dental.

Pero el paso más importante sigue siendo el mismo: consultar con tu dentista antes de cambiar tu rutina dental. Él sabrá qué tipo de producto se adapta a tu caso y si necesitas una pasta blanqueadora o no.

 

Qué pasa dentro del diente

El diente tiene tres capas principales:

  1. El esmalte, que es la parte más externa, dura y transparente.
  2. La dentina, que está debajo y tiene un color amarillento.
  3. Y la pulpa, donde están los nervios y vasos sanguíneos.

Las pastas blanqueadoras actúan sobre el esmalte y eliminan residuos y manchas, pero el color que ves depende en gran parte de la dentina. Como las pastas no pueden penetrar hasta ahí, su acción se limita a mejorar el aspecto externo.

Los tratamientos profesionales usan geles con concentraciones controladas de peróxido que sí pueden atravesar el esmalte sin dañarlo y aclarar la dentina desde dentro. Por eso logran cambios de tono que una pasta común jamás puede conseguir.

 

Cómo usarlas de forma correcta

No te cepilles con fuerza. Lo ideal es usar movimientos suaves y circulares durante dos o tres minutos.

Alternar pastas. Puedes usar una blanqueadora por la mañana y una con flúor por la noche. Así cuidas el esmalte sin dejar de mantener la limpieza superficial.

Usa cepillos de cerdas suaves. Si usas uno duro junto con una pasta abrasiva, es doble desgaste. Y aunque los resultados parezcan rápidos, a largo plazo te vas a arrepentir.

Complementa con hilo dental y enjuague bucal sin alcohol. Mantener la boca libre de placa y residuos es lo que más ayuda a conservar el color natural de los dientes.

 

Hablemos de los resultados

La mayoría de las personas empieza a notar una ligera mejora después de unas dos o tres semanas de uso constante. Pero ese cambio es sutil. No vas a pasar de un tono amarillento a uno blanco brillante, sino a un aspecto más limpio y uniforme.

El efecto también depende mucho de tus hábitos. Si fumas o tomas café varias veces al día, los resultados durarán poco. Por eso, si quieres mantener una sonrisa más clara, tendrás que combinar la pasta con una buena higiene y limitar los alimentos que manchan.

Y aunque algunas marcas prometan resultados rápidos, ningún cambio serio se da en pocos días. Si lo que buscas es un blanqueamiento real, los tratamientos profesionales siguen siendo la única opción efectiva.

 

Cuándo acudir al dentista

Si tus dientes tienen manchas internas o amarillean por edad, un dentista puede ofrecerte soluciones más seguras y efectivas.

En clínica, los profesionales usan geles especiales con peróxido en concentraciones altas que aclaran varios tonos sin dañar el esmalte. En algunos casos, combinan el gel con luz LED o láser para acelerar el proceso.

Además, pueden hacerte un diagnóstico previo para descartar problemas de sensibilidad o caries antes del tratamiento. Así se aseguran de que el resultado sea duradero y saludable.

Otra opción que suelen ofrecer son las férulas personalizadas con gel blanqueador de baja concentración para usar en casa durante algunos días. Es una forma más controlada de mantener el color logrado en clínica sin depender tanto de pastas blanqueadoras.

 

Qué evitar si quieres mantener tus dientes más claros

  • Tomar café o té muy seguido sin enjuagarte después.
  • Fumar o usar vapeadores.
  • Consumir vino tinto o bebidas con colorantes artificiales.
  • Cepillarte justo después de consumir algo ácido, como jugos cítricos (el esmalte está más débil en ese momento).

Y si te haces un blanqueamiento profesional, evita esos productos al menos durante los primeros días para que el esmalte se recupere del tratamiento.

 

Más blanco no siempre significa más sano

Tener los dientes muy blancos no necesariamente significa tenerlos más limpios o fuertes. De hecho, hay personas con esmaltes naturalmente más oscuros que están en perfecto estado.

Lo importante es mantener una buena higiene y evitar el desgaste innecesario. Un diente ligeramente amarillento pero con esmalte intacto está mucho mejor que uno blanco pero frágil y sensible.

Así que antes de obsesionarte con el tono, piensa en la salud de tu boca a largo plazo. La blancura puede esperar; la protección del esmalte, no.

 

Una sonrisa cuidada vale más que una sonrisa blanca

Si hay algo que deberías sacar en claro, es que las pastas blanqueadoras sí funcionan, pero dentro de un límite. Te ayudan a eliminar manchas, mantener los dientes más limpios y conservar el brillo natural después de un tratamiento profesional. Pero no hacen magia.

Usarlas con sentido, combinarlas con buenos hábitos y visitar al dentista con frecuencia es lo que realmente marca la diferencia. La constancia, más que el producto, es lo que mantiene una sonrisa sana y luminosa.

Y al final, eso es lo que cuenta: una boca cuidada, sin dolor, sin sensibilidad y con un color natural que se vea bien porque está limpia, no porque se forzó con productos agresivos. Esa es la verdadera sonrisa blanca.

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