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Vasos irrompibles, lo mejor para el planeta

Llevo más de 40 años viendo cómo se quema el campo, y me duele mucho, porque me ha tocado vivirlo muy de cerca. Incendios en verano, helicópteros volando por encima de mi casa, humo en el horizonte, miedo… Cuando era pequeño, pensaba que era cosa del calor. Luego me di cuenta de que muchas veces no lo era. Que el fuego empezaba por algo tan absurdo como una botella tirada. O un trozo de vidrio en mitad de un camino. A veces, incluso, porque alguien la dejaba allí a propósito. Y lo peor es que, año tras año, seguimos igual. Nada cambia.

He llegado a un punto en el que necesito hacer algo, por pequeño que sea, para frenar esta locura. Y me he dado cuenta de que una de las cosas más sencillas que puedo hacer es dejar de usar vidrio. Al menos todo el que no sea imprescindible. Porque el vidrio, aunque parezca inocente, puede ser muy peligroso.

 

Lo que nadie te cuenta del vidrio

Durante años yo también pensaba que el vidrio era la opción más ecológica. Se recicla, es reutilizable, no es plástico… parecía lo ideal. Pero no es así. Lo que nadie te dice es que el vidrio, si acaba en la naturaleza, no desaparece. Puede estar siglos allí. Y mientras tanto, puede causar un daño enorme.

La mayoría de incendios no empiezan por casualidad. Muchos los provoca la mano del hombre. Algunos por maldad. Otros por descuido. Y otros por ignorancia. Un simple trozo de cristal puede actuar como una lupa con el sol, concentrar los rayos y provocar una chispa. Lo he visto. No me lo han contado. He visto con mis propios ojos cómo se prendía una zona de pasto por culpa de un maldito trozo de botella tirado.

Y cuando ves las consecuencias, no se te olvida. Animales muertos. Casas evacuadas. Árboles calcinados. Campos que tardarán años en volver a crecer.

Todo por una botella.

 

El vidrio también mata animales

Y no es solo el fuego. Los animales también sufren las consecuencias del vidrio. Me ha tocado recoger restos de botellas rotas en zonas donde pastan caballos o vacas. Pisar un cristal puede provocar una herida grave, una infección, incluso la muerte si no se trata a tiempo.

He visto perros cortarse las patas corriendo por el campo. He visto aves con trozos de cristal en el pico. Y no hablemos ya de los vertederos ilegales o de las zonas donde la gente va de picnic y deja los restos por ahí. Cualquier animal que se acerque buscando comida puede acabar atrapado, herido o muerto.

Todo esto se podría evitar si no usáramos vidrio donde no hace falta. En terrazas, en parques, en playas, en zonas de campo… ¿para qué necesitamos tantos vasos de cristal? ¿De verdad compensa el riesgo?

 

Existen otras maneras

Hace un tiempo que empecé a buscar alternativas. Porque quejarse está bien, pero también hay que actuar. Y gracias a Bassos, fabricantes de vasos y copas de gran resistencia, descubrí lo que eran los vasos irrompibles. No los de plástico malo de antes, no. Hablo de los buenos, de los que están hechos con materiales resistentes como el policarbonato o el tritán. ¡Y me sorprendieron!

Parecen de cristal. Pesan poco. No se rompen. Aguantan el lavavajillas. Y lo más importante: si se caen al suelo, no pasa nada. No cortan, no se agrietan, no se clavan en ninguna parte. Para mí, fue como descubrir algo que tenía delante y no había visto nunca.

Desde entonces los uso en casa. Tengo varios tipos. Vasos de agua, copas para vino, incluso algunos para cerveza. Y no echo de menos el vidrio. Al revés, vivo más tranquilo. Sobre todo cuando vienen mis sobrinos o cuando salimos a comer al campo.

 

¿Qué tienen de especial?

Lo que más me gusta de estos vasos es que están hechos para que duren mucho tiempo. El policarbonato y el tritán son materiales muy resistentes. No se deforman, no se estropean con el uso, y no dan ese aspecto cutre del plástico malo. De hecho, los he usado en reuniones con amigos y nadie ha notado que no eran de vidrio. Hasta que se me ha caído uno al suelo y no ha pasado nada. Entonces me preguntan dónde los he comprado.

Además, son ligeros y muy cómodos de manejar, incluso para personas mayores o con problemas de movilidad en las manos. No tienes que ir con cuidado ni preocuparte por los niños. Puedes relajarte, disfrutar de la compañía, y saber que no vas a tener que limpiar cristales ni lamentarte por un accidente tonto.

Y, algo que me parece importante: no absorben olores ni sabores. No saben a plástico. Puedes tomarte un buen vino o un café con hielo y notar solo lo que hay en el vaso. Ni más ni menos.

 

Hostelería, ocio y vasos irrompibles

También me he fijado en que cada vez más bares, discotecas y eventos empiezan a usar este tipo de vasos. Y me parece un acierto. ¿Cuántas veces se rompen vasos en una fiesta? ¿Cuántas veces alguien pisa un cristal en una verbena o en una feria?

Si cambiáramos todo eso por vasos irrompibles, evitaríamos muchos accidentes. Y lo más importante: evitaríamos toneladas de residuos de vidrio. Porque al final, lo que se rompe, se tira. Y lo que se tira, muchas veces no se recicla. Y termina donde no debe.

He hablado con algún hostelero que me ha dicho que desde que usa este tipo de vasos, ha bajado el gasto en roturas, los empleados se sienten más seguros y los clientes lo valoran. Además, hay modelos elegantes, con diseños cuidados, que no tienen nada que envidiar a las copas de siempre.

 

¿Y el reciclaje?

Sé que muchos se preguntan si estos vasos son reciclables. La respuesta es sí. Aunque no todos los sistemas de recogida los aceptan, tanto el tritán como el policarbonato se pueden reciclar. Pero lo bueno es que no hace falta hacerlo a menudo, porque estos vasos duran años. Y si algún día se desechan, no causan los peligros del vidrio.

En mi caso, llevo más de dos años usando los mismos vasos irrompibles y siguen como el primer día. Para mí, eso ya es una ventaja. Porque no solo estoy cuidando el medio ambiente, también estoy ahorrando.

 

Lo que podemos hacer

Sé que cambiar de hábitos cuesta, ¡muchísimo! Sobre todo cuando llevamos toda la vida usando cristal. Pero también sé que el cambio empieza por uno mismo. No hace falta hacer algo enorme. Basta con dejar de usar vidrio donde no es necesario. En un pícnic, en una barbacoa, en una fiesta al aire libre, incluso en casa si hay niños. Es un gesto pequeño que puede evitar un desastre mucho mayor.

Y si tienes un negocio, es todavía mucho más importante. Porque cada cliente que usa un vaso irrompible es una oportunidad menos de generar residuos peligrosos. Es menos riesgo de cortes, menos roturas, menos gasto a largo plazo. Y un mensaje claro: aquí se hace lo posible por cuidar el entorno.

Yo lo tengo claro. No quiero volver a ver más incendios causados por una botella tirada. No quiero ver más animales heridos. No quiero que mis nietos tengan que limpiar lo que nosotros estamos dejando.

 

Algo simple, pero con muchísimo impacto en el medio ambiente

No hace falta esperar a que cambien las leyes. Ni a que los supermercados dejen de vender vidrio. Lo podemos hacer nosotros. Desde casa. Desde el bar del barrio. Desde el colegio donde estudian nuestros hijos. Es un cambio tan fácil como decidir usar un vaso distinto. Pero el impacto es enorme.

Imagínate un festival sin copas rotas. Una playa sin botellas enterradas en la arena. Un campo sin cristales al sol. Un incendio menos. Un animal más vivo. Todo eso empieza por algo tan simple como elegir bien el vaso.

Y no se trata solo de reducir riesgos. También se trata de enseñar con el ejemplo. De mostrarle a nuestros hijos que se puede consumir de forma más responsable. Que cuidar el entorno no es complicado ni aburrido, que es parte de la vida diaria. Si todos pusiéramos un poco de atención en detalles así, la diferencia se notaría muy pronto. Porque los pequeños gestos, cuando se repiten, cambian el mundo.

 

Yo no pienso volver a utilizar vasos de vidrio

Después de tantos años viendo cómo el campo se convierte en cenizas por culpa de una botella, necesitaba hacer algo. Y lo he hecho. He dejado de usar vidrio donde no hace falta.

Los vasos son una solución muy útil a un problema muy serio. Nos ayudan a evitar incendios, a proteger la fauna, a generar menos residuos y a vivir con un poco más de sentido común. Y eso, hoy en día, ya es mucho.

Si has llegado hasta aquí, solo te pido que te lo pienses. No te pido que tires todo lo que tienes en casa. Solo que la próxima vez que necesites comprar vasos, te plantees esta opción. No te vas a arrepentir.

Yo ya lo hice. Y, sinceramente, me alegro cada día.

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