La higiene dental es un conjunto de prácticas y hábitos diarios destinados a mantener la salud de los dientes, encías y toda la cavidad bucal en general. Su objetivo principal es prevenir la aparición de problemas como las caries, la gingivitis, la periodontitis, el mal aliento, entre otros, que pueden afectar la calidad de vida de una persona. Para lograr esto, es fundamental llevar a cabo una serie de acciones que aseguren la limpieza adecuada de la boca, eliminando restos de alimentos y controlando el desarrollo de bacterias que, si no son tratadas, pueden generar infecciones y enfermedades graves.
Uno de los pilares de la higiene dental es el cepillado de los dientes. Esta actividad debe realizarse al menos dos veces al día, preferiblemente después de cada comida, utilizando un cepillo de cerdas suaves y una pasta dental con flúor, que ayuda a fortalecer el esmalte dental y a prevenir la aparición de caries. El cepillado debe realizarse con movimientos circulares suaves, asegurándose de llegar a todas las superficies de los dientes, incluyendo las zonas más difíciles, como los molares y las áreas cercanas a las encías. Asimismo, es importante no olvidar cepillar la lengua, ya que en su superficie pueden acumularse bacterias responsables del mal aliento.
Otro aspecto crucial de la higiene dental es el uso del hilo dental. El cepillo de dientes, aunque esencial, no siempre logra eliminar completamente los restos de comida y la placa bacteriana que se alojan entre los dientes, especialmente en las zonas de contacto entre una pieza dental y otra. El hilo dental permite limpiar estas áreas inaccesibles, previniendo la formación de caries interdentales y la inflamación de las encías. Su uso regular ayuda a mantener las encías sanas, ya que evita la acumulación de placa que puede irritarlas y provocar gingivitis.
Además del cepillado y el uso de hilo dental, el enjuague bucal puede ser un complemento importante para una higiene dental completa. Si bien, los expertos de Ortodoncia Gran Vía 51 quieren hacernos hincapié en que hoy en día existen diferentes tipos de enjuagues bucales, algunos diseñados específicamente para combatir el mal aliento, otros para reducir la placa bacteriana, y algunos con propiedades que ayudan a fortalecer el esmalte dental. Sin embargo, es fundamental elegir un enjuague bucal que no contenga alcohol, ya que este puede causar sequedad en la boca, lo que a su vez favorece el crecimiento de bacterias.
Aparte de estas prácticas básicas, es esencial acudir regularmente al dentista para realizar limpiezas profesionales y chequeos de rutina. A pesar de una higiene dental adecuada en casa, hay áreas en la boca que pueden ser difíciles de limpiar completamente, lo que puede dar lugar a la acumulación de sarro, una forma endurecida de placa bacteriana que solo un profesional puede eliminar. Las visitas al dentista, idealmente cada seis meses, no solo permiten una limpieza profunda, sino que también facilitan la detección temprana de cualquier problema dental, lo que evita tratamientos más invasivos o costosos en el futuro.
La alimentación también juega un papel importante en la higiene dental puesto que consumir una dieta equilibrada y limitar el consumo de azúcares y alimentos ácidos ayuda a proteger los dientes. Los azúcares son el principal alimento de las bacterias que producen ácidos que desmineralizan el esmalte y causan caries. Por otro lado, los alimentos ácidos pueden erosionar el esmalte, debilitando la estructura dental. Incluir alimentos ricos en calcio y vitaminas, como lácteos, frutas y verduras frescas, también contribuye a fortalecer los dientes y a mantener las encías saludables.
Es importante tener en cuenta que una mala higiene dental puede tener repercusiones no solo en la salud bucal, sino también en la salud general. Diversos estudios han vinculado enfermedades periodontales con problemas sistémicos como enfermedades cardiovasculares, diabetes e incluso complicaciones en el embarazo. La relación entre la boca y el resto del cuerpo pone de manifiesto la importancia de mantener una higiene dental rigurosa para asegurar un bienestar integral.
¿Cada cuánto tiempo se debe acudir al dentista?
Se recomienda acudir al dentista cada seis meses para realizar chequeos de rutina y limpiezas profesionales. Sin embargo, la frecuencia puede variar según las necesidades de cada persona ya que algunas personas con una buena salud bucal pueden necesitar ir solo una vez al año, mientras que aquellas con problemas como enfermedad de las encías, caries frecuentes o predisposición a ciertas condiciones dentales, pueden requerir visitas más frecuentes, como cada tres o cuatro meses. No obstante, siempre debemos de tener presente que es el dentista quien puede recomendar el intervalo de tiempo adecuado según el estado de la boca y los factores de riesgo de cada paciente.